¿Has oído hablar de las metáforas en terapia? ¿Conoces sus ventajas o en qué te pueden ayudar a lo largo de la terapia? ¿Sabías que para los problemas más comúnmente identificados en las sesiones existen metáforas específicas que explican las dificultades desde otra perspectiva y punto de vista? Aprovecha para actualizar tus conocimientos e integrar una herramienta que probablemente pueda serte de gran utilidad. ¡No hay nada mejor que ampliar nuestro bagaje de recursos!!! Cuéntanos… ¿Conoces o habías escuchado algo sobre este recurso terapéutico?
Las metáforas son un recurso característico sobre todo de la terapia de Aceptación y Compromiso, donde son empleadas desde la premisa de lograr guiar u orientar a la persona a través de historias o fábulas con las que se sienta identificada. El simple hecho de escuchar algo semejante a lo que te sucede y conectar con ello puede facilitarte a adoptar otra perspectiva o simplemente entender mejor lo te está sucediendo. Es muy diferente por ejemplo hablarle a la persona de la indefensión aprendida desde la teoría a hacerlo desde la metáfora del hoyo y la pala. Te preguntarás. ¿Y cuál es la diferencia? En el primer caso explicaríamos que se trata de un fenómeno que ocurre ante la exposición repetida a factores estresantes en las que actuando una y otra vez con los mismos patrones sin éxito puede conducirnos a pensar que ya no hay nada que podamos hacer. ¿Fácil verdad?
La teoría nos ha ayudado sin duda a la comprensión de muchos de los constructos, problemas y modelos planteados en psicología. No obstante, puede resultar útil complementar este conocimiento desde un prisma más vivencial y qué mejor que contar una historia que retrate esto mismo a través de un ejemplo cercano en el que la persona piense¡!Justo esto es lo que me está sucediendo! En esta ocasión te propondremos algunos de los problemas o dificultades más comunes de los pacientes/clientes y metáforas concretas para cada uno de ellos. ¡échale un vistazo a las que te colgamos en el post y cuéntanos… ¿Cuál es la que más te ha gustado? ¿Consideras que podrían ayudarte en tus próximas sesiones?
Desesperanza.
Un pensamiento o sentimiento muy común surge cuando se considera que ya se intentado todo lo que se ha podido, que uno/a no sabe sé qué más hacer, que ya he probado de todo…. Al fin de al acabo todavía no existe un manual de instrucciones con infinitos recursos para afrontar nuestros problemas o dificultades. Una buena manera de tranquilizar o empatizar ante esta sensación de frustración es a través de la metáfora del hoyo y la pala.
Un hombre iba por el campo, llevando una venda en los ojos y una pequeña bolsa de herramientas. Se le había dicho que su tarea consistía en correr por ese campo con los ojos vendados. El hombre no sabía que en la granja había hoyos grandes y muy profundos, lo ignoraba completamente. Así que empezó a correr por el campo y cayó en uno de esos grandes agujeros. Empezó a palpar las paredes del hoyo y se dio cuenta de que no podía saltar fuera y de que tampoco había otras vías de escape. Miro en la bolsa de herramientas que le habían dado, para ver si había algo que pudiera usar para escapar del hoyo, y encontró una pala. Eso es todo lo que tenía. Así que empezó con diligencia, pero muy pronto advirtió que no salía del hoyo. Intento cavar más y más y más y más rápido, pero seguía en el hoyo. Lo intento con grandes paladas y con pequeñas, arrojando lejos la tierra o arrojándola cerca… pero seguía en el agujero. Todo ese esfuerzo y todo ese trabajo, y lo único que conseguía es que el hoyo se hiciese cada vez más y más profundo. Entonces se dio cuenta, que cavar no era la solución, no era la forma de salir del hoyo, al contrario, cavando es como se hacen los hoyos más grande. Entonces empezó a pensar que quizás todo el plan que tenía estaba equivocado y que no tenía solución, ya que cavando no pueda conseguir una escapatoria, lo único que hacía era hundirse más.
El control como problema
¿Cuántas veces hemos tratado de controlar esa angustia, malestar o enfado consiguiendo justo lo contrario? La conocida como “intención paradójica” nos explica por qué justo ese énfasis de dominar la situación suele producir un efecto como bien indica el nombre paradójico, cuanto más queremos quitarnos esa sensación, dormirnos de una vez más difícil nos resulta. En vez de hablar desde el tecnicismo podemos transmitir esta idea a través de la metáfora del jardín
Imaginemos que tenemos un jardín y que somos los únicos responsables de cuidarlo. Este jardín cuenta con multitud de flores, árboles y arbustos de diferentes tamaños y colores. Pero… en nuestro jardín también crecen malas hierbas. ¿Has encontrado alguna mala hierba en tu jardín? Seguramente las identifiques tarde o temprano, en todos los jardines nacen plantas que no hemos previsto. A veces nos aferramos tanto en limpiar el jardín de malas hierbas, que corremos el riesgo de olvidar regar aquellas plantas que justamente tratábamos de proteger. Puede que te des cuenta que a veces, unas pocas malas hierbas incluso favorecen el crecimiento de otras plantas bien porque dan espacio para que otras crezcan, bien porque hacen surcos. Puede que esa planta tenga algún valor para que las otras crezcan. A veces las plantas tienen partes que no gustan pero que sirven, como ocurre con el rosal que para dar rosas ha de tener espinas. Hay jardineros que dedican todo el tiempo a intentar arrancar malas hierbas descuidando el resto de sus plantas o no percibiendo que su jardín sigue siendo bonito y especial. Cuanto más se dedica el jardinero a intentar arrancarlas sin parar y sin atender el resto del jardín, peor está el resto de sus plantas además de que las malas hierbas seguirán creciendo sin cesar una y otra vez…
Lenguaje interno negativo
Anda que no nos ha pasado o hemos tenido casos en los que predomina un dialogo interno como “no vas a poder” “seguro que lo haces fatal” “otra vez la misma mierda”. Vaya, lo que se conoce de toda la vida como hablarse mal a uno mismo o decirse cosas negativas. A veces puede resultar útil ejemplificar el efecto que causan estos pensamientos concediéndoles un personaje o un rol de manera que pueda ser más sencillo de entender cómo se comportan en nuestra cabeza. Para ello puede serte útil contar con la metáfora del autobús.
«Imagínate que eres el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.
Mientras conduces el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarte diciéndote lo que tienes que hacer, dónde tienes que ir, ahora gira a la derecha, ahora vete más rápido, etc., incluso te insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Tú te sientes muy mal y haces casi todo lo que te piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así te dejen conducir tranquilo.
Pero algunos días te cansas de sus amenazas, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes y discutes y te enfrentas con ellos. Sin darte cuenta, la primera cosa que has hecho es parar, has dejado de conducir y ahora no estás yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y no puedes bajarlos del autobús. Así que resignado vuelves a su asiento y conduces por donde ellos mandan para aplacarlos.
De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal empiezas a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Haces lo que te ordenan y cada vez lo haces antes, pensando en sacarlos de tu vida. Muy pronto, casi sin darte cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que girarás a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre ti y te amenacen.
Así, sin tardar mucho, empezarás a justificar sus decisiones de modo que casi crees que ellos no están ya en el autobús y convenciéndote de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso aceptas el trato y haces lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les puedas ver.
¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad has perdido la dirección del autobús! Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor eres tú«