LA PILDORA DE LA AUTOMOTIVACIÓN.

Ya lo dice el refrán “el que algo quiere, algo le cuesta”, y creo que casi todos/as estaremos de acuerdo con que demasiado no se equivoca. Las mejores recompensas, no las que te visten ni las que te maquillan sino las que te llenan el corazón, son el fruto de, con altísima probabilidad, mucho tiempo de mucho esfuerzo, físico y/o psicológico, horas empleadas, eventos, amistades y momentos a los que hemos tenido que decir no en favor de ese proyecto que hemos emprendido, esa nueva rutina, ese objetivo concreto con el que nos comprometimos hace tiempo, pero hacia el que a veces sentimos incluso hasta animadversión. Y esto sucede, como ya probablemente os hayáis podido percatar, por falta de motivación o una motivación insuficiente. Y está muy bien, no se me malinterprete, la motivación fluctúa como lo hace el viento, que unas veces viene de cara, otras de lado y otras, no aparece. Sin embargo y para nuestro pesar, hay responsabilidades que no cesan, que han de ser atendidas para poder experimentar sus beneficios y que no podemos simplemente “aparcar”.

Es por esto, que la automotivación se ha considerado, desde hace décadas, como uno de los sustentos básicos del éxito en el cambio, de control de la recaída y mantenimiento de patrones de conducta beneficiosos y, en general, de un mejor bienestar general dentro del ámbito de la terapia. Por este, y otros motivos, dentro de la psicología se considera algo tan importante a fomentar. Sí, si, pero ¿cómo?


Pues a continuación os exponemos un ejercicio sencillito, de fácil ejecución y accesible que podemos aplicar tanto en consulta, como en nuestra propia vida personal. Se trata de focalizar la carencia motivacional de algún evento o situación en concreto y anotar todo aquello que te haya servido en el pasado para estar donde estás ahora. Qué te llevo hasta aquí, por qué, cómo lo hiciste, qué esperas conseguir, en cuanto tiempo y qué beneficios te reporta cuando suceden. Después, es tan sencillo como abrir la grabadora, darle al botón de “on” o “encendido” y grabarte. Como quien hace un podcast o envía un audio. Por último, ponle un título que te sugiera algo o bien divertido o bien motivador per sé como yo, por ejemplo, que lo he llamado “la píldora de la motivación”, potente ¿eh? Pues busca el tuyo, el que mejor te funcione a ti o a quien se lo estés explicando, no importa si es gracioso, si es poético o si es original, aquí lo que nos interesa es que te acuerdes.

Y cuando tengas esos días en los que las sábanas parecen haberse fusionado con la epidermis, cuando tienes en la cabeza más preocupaciones de las que te puedes permitir y te fatigan por completo, cuando te cueste ver el mundo con neutralidad, dale al “play” tantas veces como sea necesario y aliméntate de ese boost de energía que te puede devolver las ganas para seguir. No hay horas, no hay mínimos ni máximos y puedes variar la técnica tanto como te parezca necesario. Aquí lo importante es que sea de ayuda. ¡Dale al botón de la motivación!